En el corazón de los Alpes franceses
encontramos Grenoble, ciudad domina-
da por la Bastilla, antigua fortaleza defen-
siva situada a 476 metros sobre la gran
planicie en la que se asienta la ciudad
alpina. Para acceder a dicha fortaleza, lo
podemos hacer gracias a las “burbujas”,
singular teleférico que sobrevuela el río
Isère, lugar desde el que contemplare-
mos una de las vistas más bellas de la
ciudad. Parte del encanto de Grenoble
radica en las pequeñas y deliciosas
plazas repartidas por el casco antiguo (la
plaza de Notre Dame, la de Saint-André,
y la Grenette, por destacar algunas de
ellas) y el entorno natural que la rodea.
Una ciudad en armonía con la naturaleza,
respetuosa y sorprendente, una ciudad
que enamora. A escasos kilómetros de
Grenoble descubriremos parajes de gran
belleza y trascendencia medioambiental,
el parque natural de Chartreuse, 70.000
hectáreas de paisajes contrastados:
maravillosas cumbres, bosques de pinos
y abetos, y la singular flora y fauna alpi-
na… uno de aquellos lugares que por
su excelencia y esplendor, nos dejan sin
respiración. En la cercana estación de
Chamrousse descubriremos la espec-
tacularidad de la naturaleza en todo su
radiante esplendor. Conocida especial-
mente gracias a los Juegos Olímpicos de
Invierno de 1968, la estación cuenta con
espléndidas instalaciones y recorridos,
pistas adecuadas a todos los niveles y
un sinfín de actividades para todos.
