Uno de los monumentos más recono-
cidos de la ciudad, Santa Sofía, fue
antiguamente una basílica patriarcal
ortodoxa, posteriormente reconvertida
en mezquita y actualmente en museo.
Su nombre procede del griego “sabidu-
ría”. Destaca su impresionante cúpula
adornada con mosaicos de una riqueza
y belleza extraordinaria. Frente a San-
ta Sofía descubrimos la Mezquita Azul,
separada de la primera por maravillo-
sos jardines y única en Estambul por
sus seis minaretes levantados, en lugar
de los cuatro habituales. Se la cono-
ce por este nombre gracias al color de
los 20.000 azulejos que recubren su
interior. De estilo islámico y otomano
clásico, la mezquita se construyó en el
lugar que ocupaba el Gran Palacio de
Constantinopla. Cerramos el recorrido
visitando el Palacio de Topkapi, uno de
los mejores reflejos de la época imperial
en Estambul y gran símbolo del poder
que alcanzó Constantinopla como sede
del Imperio Otomano. La inauguración
del palacio se realizó en 1465, y des-
de dicha monumental construcción
arquitectónica los sultanes gobernaron
hasta mediados del siglo XIX. En 1856
el sultán Abdulmecid decidió trasladar
su residencia al palacio Dolmabahaçe,
de estilo occidental. Destacan los fas-
tuosos aposentos y las estancias del
harén, el lugar donde residía el sultán
junto a su familia y un conjunto de mu-
jeres que oscilaba entre las 500 y las
800. El tesoro que alberga el Palacio de
Topkapi resulta espectacular; algunos
de los objetos más valiosos del mundo:
el famoso puñal Topkapi, elaborado con
oro, diamantes, esmeraldas y piedras
preciosas, el puñal más caro del mundo
y el diamante del cucharero, diamante
de 88 quilates que perteneció a Letizia
Ramolino, madre de Napoleón, y el ter-
cero más grande del mundo.
